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Aprender francés después de los 30 del sueño a la realidad, de Jennyfer (Colombia)

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Aprender francés después de los 30 del sueño a la realidad, de Jennyfer (Colombia)

Esta pequeña historia es sobre un sueño lingüístico, que se hizo realidad en Montpellier. Un día como cualquier otro tuve la idea de aprender francés, lo curioso es que a mi edad (34) muchos conocidos y amigos pensaban que era muy tarde para realizar una inmersión lingüística, confieso, hasta yo lo pensé! Pero qué bueno que me llene de valor y coraje, empecé mi búsqueda de escuelas de francés y dejando atrás los miedos me lance a la aventura “Inmersión lingüística en Montpellier”.

Hoy, después de 5 meses de aprender francés de la forma más agradable y fácil, las palabras me quedan cortas para describir esta experiencia inefable, porque además de estudiar francés, la ciudad de Montpellier trajo a mi vida, amigos, sabores, sonidos y colores de todas partes del mundo.

Comienzo por contarles que no soy la única, cada semana más y más personas incluso mayores de 50 se animan a realizar una estancia lingüística, esto no es cosa de edad, es cuestión de ganas y arriesgarse un poco, aunque al principio no parece fácil estudiar francés y derribar las barreras culturales que nos separan, cuando te ves inmerso en esa cultura, la historia cambia…

Una vez tomada firmemente la decisión aprender francés en Monpellier, siguió la elección de las escuelas de francés y la forma de alojamiento, me incline por ILA, quienes tienen grupos con edades similares y nos permiten aprender francés a través de actividades Outdoors para todos los gustos, entre ellas: Catas de Vino, degustación de Quesos, degustación de crepes, degustación de macarons, Visitas a sitos históricos, paseo en crucero, pic-nic en la playa, talleres de pronunciación, etc.

Desde la llegada para mi inmersión lingüística, recibí una cálida acogida en una casa de familia, aunque no lográbamos comunicarnos fácilmente, ellos con paciencia y risas me explicaron todo lo que debía conocer de la casa y de la ciudad, poco a poco, aunque aprender francés no es fácil, la comunicación se tornó fluida y amena, al punto que todas las tardes tenía una historia nueva que contar a la hora de la cena. Estoy segura que no hay otra forma más efectiva y agradable para estudiar francés y aprender las expresiones corrientes de la vida cotidiana, sin darse cuenta.

Lógicamente esta inmersión lingüística no habría podido ser la misma sin las personas que conocí, los profesores se convirtieron en amigos y guías, de los compañeros más jóvenes aprendí nuevas técnicas para estudiar francés, me contagie de su optimismo y pude ver el mundo desde su perspectiva. De mis compañeros mayores conocí el temple para aprender francés o un nuevo idioma sin importar la edad, me di cuenta que una inmersión lingüística no tiene fecha de vencimiento y que entre más viajas, más aprendes; te vuelves más sabio y por lo tanto más feliz.

De mis compañeros coetáneos comprendí que las distancias geográficas no nos separan de compartir las mismas realidades típicas de la edad y por supuesto con quienes compartí, no solo de aprender francés en Montpellier sino también, gustos comunes y viajes extraordinarios como: Pont du diable, Saint-Guilhem-le-Désert, Nîmes, Sète, Marseille entre otros, acompañados de humor, buena comida y el Appero! Gracias a todos! aprendí montones, de sus culturas, tradiciones y puntos de vista como ciudadanos del mundo.

Jennyfer, Colombia (estudiante de ILA)