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Hace Falta una Bicicleta para Disfrutar Mejor

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Ágil, veloz, suave, buena para la salud e incluso ecológica (un tema muy importante en Francia); así es la bicicleta. Desde que llegué al aeropuerto de Montpellier, para comenzar mi inmersión lingüística en Francia, lo primero que vi al cruzar la puerta de salida fue a un ciclista dando vueltas en el parqueadero. El tipo le dio alrededor de 3 vueltas y luego salió del establecimiento. Mientras me encontraba en el bus “La Navette” con destino a la ciudad, vi de nuevo a este deportista que pisaba los pedales plácidamente sobre una ciclo-ruta. En seguida mi asombro aumentó, no me asombró el hecho de ver a un ciclista sino el hecho de ver kilómetros y kilómetros de ciclo-rutas. Al bajarme de la parada de bus en la ciudad puse mis pies sobre la ciclo-ruta, que precisamente pasaba por este punto. Pensé en seguirla para ver a dónde me llevaría, pero luego me arrepentí al pensar que probablemente llegaría hasta París.

En la ciudad me topé con una estación de renta de bicicletas, me pareció curioso así que me acerqué a una máquina de “Velomagg” que permite alquilar una bicicleta por 0,50€ la hora. Observé el mapa detalladamente y noté este servicio público de bicicletas cuenta con 56 estaciones a lo largo de la ciudad. Estuve a punto de alquilar una pero enseguida recordé que viajaba con una maleta de 20kg y dos maletines. Por lo menos desde ahí supe que no sólo había ido a Montpellier para estudiar francés, sino que había mucho por hacer en esta encantadora ciudad.

El transporte público es genial, el tranvía es una maravilla y hay buses que llegan hasta donde no se puedan imaginar. Es una buena forma de movilizarse dentro de la ciudad, pero no necesariamente la más rápida. Los montpellieranos saben esto y una gran proporción de habitantes poseen de bicicleta propia. La ciudad hace que no sea difícil tener una ya que, además de las ciclo-rutas que están distribuidas por toda la ciudad, cuenta con vallas en cada calle para poner bicicletas (ya sean destinadas para este uso o para proteger a los peatones de los carros) cuando ya no están en uso y amarrarlas con algún candado.

Si estás caminando por la calle hace falta que estés pendiente de no estar obstruyendo el paso de algún ciclista, ellos están por todas partes y generalmente van rápido. Montpellier no tiene calles inclinadas ni subidas o bajadas fuertes, lo que la hace encantadora para pedalear por cada rincón de su territorio. Un estudiante de Sudamérica que viene a estudiar francés en Francia puede tomar algo de tiempo en acostumbrarse a no andar distraído por la calle ya que puede toparse con una persona en bicicleta literalmente cada 5 minutos.

El hecho que más me causó impresión fue el de enterarme de que hay bicicletas para todos los motivos. Hay bicicletas especiales para la ciudad, que son más ligeras; hay bicicletas para ciclistas experimentados en ruta, que están hechas con piezas especiales para disfrutar de un largo paseo; hay bicicletas para la montaña, y así evitar deslizamientos o incomodidades al subir/descender; hay incluso bicicletas impulsadas a motor para los que no quieren pedalear y aun así andar rápido. Toda esta variedad me hizo “botar la baba” por este medio tan espectacular de transporte y ejercicio y sembró en mí el fuerte deseo de poseer una bicicleta durante mi inmersión lingüística en Montpellier.

Francia es el país ideal para los ciclistas, no solo porque cuenta con todo tipo de paisajes y rutas sino porque para los franceses esta es una actividad muy valiosa y diseñan todo tipo de cosas para hacer de ella algo cómodo, atractivo y extremadamente entretenido. Llevo sólo cuatro semanas aprendiendo francés en Francia y ya tengo ganas de competir en el Tour de France… sólo me hace falta una bicicleta.