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Prefiero Sorprenderme

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Prefiero Sorprenderme

Soy el tipo de persona que no busca todo en internet, sino que espera a encontrarlo en la vida real para sorprenderse. Entonces la verdad es que no sabía nada de Montpellier antes de llegar. Sabía que era una ciudad y que quedaba en Francia y que tenía playa, pero no sabía nada más. Por eso llegar fue tan agradable. Porque ni metiéndome en Google Maps a cada esquina hubiera estado preparada para lo que es estar aquí. Apenas han pasado dos semanas y ni con todas las descripciones me habría acercado a comprender el sentimiento.
La verdad es que tenía mucho miedo de llegar. Miedo de no conocer a nadie, de no entender las clases y de no llevarme bien con mi familia de hospedaje. El miedo sólo duró los 10 minutos que caminé por el centro histórico de Montpellier a la academia, subí las escaleras hacia la recepción y me senté en el salón a esperar que comenzara la clase. Cuando comenzó la clase el miedo se fue. El profesor fue extremadamente amable presentándose y pidiéndonos que nos presentáramos todos. Los ejercicios fueron exactamente de mi nivel y los demás estudiantes fueron alegres y cordiales. Cuando acabé la clase había conocido personas amigables y agradables con las que salí a almorzar después de acabar la lección. Amigos con los que ese mismo viernes fui a conocer el hermoso pueblo de Saint Marie de la Mer y con los que ese mismo sábado fui a la increíble playa de Carnon. El miedo sólo duró 10 minutos.

En unos pocos días había conocido personas de Holanda, de Alemania, de Suiza, de Siria, de Turquía, de Finlandia y de Estados Unidos al igual que otros latinos como yo de México, Colombia y Uruguay. Con todos me sentí acogida y tranquila pero también completamente asombrada de saber que, si no fuera porque vine a Montpellier a aprender francés, jamás los habría conocido.

Ahora entro a clase en la mañana a las 9 am a aprender francés a través de actividades dinámicas de comprehensión oral, escritura, y conversaciones completamente en francés. Los profesores son muy hábiles y el sentimiento de la clase es activo y alentador. Hay una pequeña pausa de 15 minutos entre la clase donde puedo comer un delicioso croissant de chocolate y hablar con mis nuevos amigos. A las 12:15 pm salgo de clase y almuerzo con los mismos amigos de clase o con otras personas que he conocido a algún restaurante en el centro histórico de Montpellier a increíbles precios y muy buenos. Vuelvo a la academia a la 1:15 pm para la clase intensiva a practicar mi francés oral y no sólo gramático, dónde continúo aprendiendo con profesores interesantes y dinámicos hasta las 4 pm. En las tardes me gusta caminar por la ciudad con amigos y descubrir los museos, los festivales, los centros comerciales y los parques. A veces voy a un café a seguir estudiando o hacemos un pequeño viaje a la playa o a un lago cerca de la ciudad.

La ubicación de la escuela ILA es increíble, pues queda en el centro histórico cerca de los mejores restaurantes, cafés, y bares. Además, que es supremamente hermoso caminar por las calles antiguas cada día. La movilidad hacia las afueras de la zona histórica es muy fácil, pues el tranvía es a muy buen precio y llega a todas las zonas importantes de la ciudad. La mejor parte es que los fines de semana puedo tomar excursiones o tren a los pueblos cerca de Montpellier y conocer aún más de la vida en Francia y de este maravilloso país.

Cada día aprendo francés en clase, pero también tengo la posibilidad de verdaderamente sumergirme en la cultura y la vida en Francia. Cada día conozco gente nueva y ya que cada lunes también llegan nuevos estudiantes sé que no voy a estar sola en mi tiempo en este curso de francés y que siempre habrá amigos con los cuales disfrutar.

Apenas han pasado dos semanas y nunca hubiera imaginado lo que un curso de verano de inmersión en Francia sería en realidad. No es sólo que estoy conociendo gente que jamás conocería de otra manera, sino que verdaderamente puedo sumergirme en la cultura y la vida en Francia. De esta forma, cada día noto cómo mi francés mejora más y más. En una estancia lingüística en Francia no sólo escucho francés en clase, sino que lo uso para pedir café, para pedir un helado, para pedir direcciones, para usar el tranvía y al hablar con mi familia de hospedaje. Ver que cada día tengo más confianza para hablarle a desconocidos en la calle es absolutamente reconfortante y me hace sentir orgullosa de ver lo mucho que avanzo. Estoy completamente inmersa en el francés y no hay mejor manera de aprenderlo que así.

Entonces la verdad es que soy una persona que prefiere sorprenderse. Que prefiere que el mundo la sorprenda sin pedir más que buena enseñanza y personas amables. No me arrepiento de no haber sabido todo antes de viajar, ni me arrepiento de mi espíritu curioso. Después de todo, nada me iba a preparar para la felicidad y la paz que he sentido en estas cortas y maravillosas dos semanas. Sólo puedo esperar que las siguientes siete sean igual de hermosas.